Conocer bien a Jesucristo

abril 25, 2009

LA PASIÓN DE JESUCRISTO

Filed under: Cristología — conocerbienajesucristo @ 12:04 pm

LA  PASIÓN  Y  MUERTE



Llamamos “Misterio Pascual” a la acción salvadora de Cristo en la última Pascua:  la Muerte en la Cruz; la Resurrección; y la Ascensión a los Cielos.


Los tres actos forman una Unidad inseparable. Pero cada uno de ellos connota un aspecto distinto de esa Salvación que el Misterio Pascual nos otorga.


** La Muerte en la Cruz dice relación directa al perdón del pecado, de todo pecado del hombre.


** La Resurrección dice relación a la Nueva Vida: Hijos del Padre, Cuerpo de Cristo, Templos del Espíritu Santo.

La Resurrección es lo básico del Misterio Pascual, la que nos otorga lo nuclear de la salvación. Por eso es la acción salvadora por excelencia: “murió por nuestros pecados, y resucitó para nuestra salvación” nos dirá San Pablo.


** La Ascensión a los Cielos hace referencia a la Vida Eterna, a la que estamos llamados después de la vida en la tierra.


Quizá el acto del Misterio Pascual más conocido y meditado por el pueblo cristiano haya sido siempre la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.  Por eso deseo ahora referirme a los variados aspectos que connota la Pasión. Conocemos bien los aspectos sufrientes, físicos y morales, pero con frecuencia nos quedamos en eso. De ordinario, la predicación, la riquísima y espléndida imaginería que poseemos, y también la meditación personal, se detienen en los padecimientos del Señor: el dolor hasta la muerte de cruz, y la amargura (el dolor interior o padecimiento moral).


Pero la Pasión de Nuestro Señor es una realidad riquísima en aspectos que de ordinario no consideramos. Con ánimo de ayudar a conocerlos escribo este post.



La Trinidad


1º. Es en primer lugar en donde se plasma el amor salvador de la Trinidad por el hombre.


Recordad el Designio Salvífico de Dios que desarrollamos en en post «¿Por qué Jesucristo?» en la Introducción a este Blog:    San Anselmo formuló la afirmación de que “dado que la ofensa del hombre a Dios era infinita, al ser infinito el ofendido, era necesaria una reparación infinita”, era necesaria la muerte de Cristo en la Cruz.  Era un error decir “era necesaria”; por eso Santo Tomás de Aquino afinó la afirmación diciendo que “era conveniente”.


Pero la muerte en la Cruz excede infinitamente también lo “conveniente”. Es una decisión eterna de Dios con la que se expresa y se plasma el amor salvador de la Trinidad por el hombre, por el designio del Padre. Entra por los ojos, digamos.


Con la Muerte en la Cruz, la Trinidad se “compromete” con el hombre, con la humanidad, con la historia humana. San Pablo lo decía así: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”, mucho más de lo que era necesario  (cfr. los nº 604-505 del Catecismo de la Iglesia)


2º. En la Cruz es donde el amor de la Humanidad de Cristo hacia el Padre adquiere toda su hondura. 

El sufrimiento de la Pasión permite a la Humanidad de Cristo dar lo mejor de sí mismo en el amor a la “voluntad del Padre”.


Por eso, la humanidad de Cristo maduró en ese amor allí.  En la Epístola a los Hebreos se dice que “Cristo aprendió sufriendo lo que cuesta obedecer”. La Pasión tuvo que ser, por ello, una fuente de alegría interior para la Humanidad del Señor mientras sufría en la Cruz.



3º. La Cruz es también el mejor lugar para conocer el corazón sacerdotal y redentor de Jesucristo

por nosotros. Un corazón de madre hacia sus hijos pequeños.


Esto se refleja muy bien en el “Padre, perdónales que no saben lo que hacen”, o en el diálogo con el buen ladrón.


Jesucristo, como una madre, nos estaba “sacando adelante”.  Nos estaba ganando toda la misericordia y el amor del

Padre.  Lo cual debió ser para Él en aquellos momentos, una gran fuente de alegría interior,

inimaginable para los que estaban al  pie de la Cruz y para nosotros.

Copio estas palabras de S. Pedro Crisólogo (sigloIV; Sermón 108): «Mirad y contemplad en mí vuestro mismo cuerpo, vuestros miembros, vuestras entrañas, vuestra sangre… quizá sea la inmensidad de mi pasión, cuyos responsables fuisteisvosotros, lo que os confunde. No temáis. Esta Cruz no es miaguijón, sino el aguijón de la muerte. Estos clavos no meinflingen dolor, lo que hacen es acrecentar en mi el amor porvosotros. Estas llagas no provocan mis gemidos, lo que hacen es introduciros más en mis entrñas… Mi sangre no es para mi una pérdida, sino el pago de vuestro precio.  Venid, pues, retornad, y comprobaréis que soy un padre, que devuelvo bien por mal, amor por injurias, inmensa caridad como paga de las muchas heridas»


Especial  motivo de felicidad debió de ser para  Jesús instituir a la Virgen como Madre de los Redimidos: «Mujer, he ahí a tu Hijo».  Siguiendo la fe apostólica, ya Orígenes desgrana su conocida exégesis. Dice: se dirige en primer lugar a la Madre, otorgándole un nuevo cometido respecto a su obra salvadora; una nueva vocación de Madre de los redimidos, de los llamados a ser el Cuerpo de Cristo, a ser uno con Cristo. Por eso dice «a tu Hijo» (y el Hijo de María es Jesús).

Lo que hace San Juan «acogiéndola así» es aceptar la institución que Jesús acaba de hacer. No la «acoge en su casa», como equivocadamente se traduce a veces. No confía su Madre a San Juan. Es al revés: con la referencia a San Juan, confía a su Madre todos los redimidos.


"He ahí a tu Hijo"

«He ahí a tu Hijo»

4º. Pero hay además un aspecto que es desconocido para nosotros, pero que sabemos que

ciertamente existió: el acto trinitario entre el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Debió de ser

particularmente intenso en la Pasión.


No olvidemos que el Verbo participa siempre del Diálogo Trinitario, aunque no siempre lo comunique a su Humanidad. Y a la vez no debemos perder de vista que la Humanidad de Cristo no podía participar en plenitud de esa relación trinitaria, al ser esa Humanidad finita en su entendimiento y en su corazón.


Conocemos momentos en que la Humanidad de Cristo se transfigura   por la acción trinitaria sobre ella (el Tabor, el Bautismo). O bien, sin llegar a esa transfiguración, que la Humanidad se llena de gozo intensísimo porque la Persona le comunica de manera más intensa el diálogo trinitario (por ejemplo Mt 11, 25-27, y otros varios pasajes).


Sabemos que en el episodio del Tabor se produce como una explosión amorosa del Padre y del Espíritu Santo en el momento en que Jesús está hablando con Moisés y Elías del ”tránsito en Jerusalén”, es decir, de la Pasión.


La Pasión, amor aquilatado del Hijo al Padre, fue indudablemente acompañada de un misterioso acto de amor trinitario, que se derrama en la Humanidad del Señor. Y esto nos es desconocido.


El Papa Juan Pablo II se refiere a ello en la carta “A principio del tercer Milenio”, nº 26 con estas palabras:

Juan Pablo II

La tradición teológica se ha preguntado cómo Jesús pudo vivir a la vez una unión profunda con el Padre, fuente naturalmente de alegría y felicidad, y la agonía… La copresencia de estas dos dimensiones aparentemente inconciliables está arraigada realmente en la profundidad insondable de la Unión Hipostática”.


Comenta luego el Papa que ante este misterio para nosotros podemos encontrar una ayuda eficaz en la experiencia de los santos. Y cita por ejemplo lo que Dios le hace entender a Santa Catalina de Siena acerca de cómo en las alma santas puede estar presente la alegría junto con el sufrimiento:


“Y el alma está feliz y doliente: doliente por los pecados del prójimo, feliz por la unión y por el afecto de la caridad que ha recibido en sí misma. Ellos imitan al Cordero Inmaculado, a mi Hijo Unigénito, el cual estando en la Cruz estaba feliz y doliente”.


En resumen, la Pasión, como decía más arriba, contiene muchos aspectos, no sólo el sufrimiento

atroz.  Por eso no debemos hacer de ella una lugar adusto y triste. Duro sí, porque es muerte y

muerte de cruz. Pero a la vez profundo, grandioso, divino, inalcanzable. De  ahí que no sea por eso

sólo lugar de contrición, sino también de paz y de filiación.

Y también de esperanza: junto a la Pasión del Señor todas las depravaciones de la Humanidad no

son nada, son una pequeñez aunque sean estremecedoras.


¡¡Qué grande eres, Señor!!


jesusmisericordia


1 comentario »

  1. Acabo de verlo y te felicito.
    Un abrazo

    Comentarios por S. Gabiola — octubre 27, 2009 @ 11:13 am | Responder


RSS feed for comments on this post. TrackBack URI

Deja un comentario

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.